3º "EL OJO"



Sala de Reuniones de la ONU
Hueva York, Estados Unidos
30 de noviembre de 2005
09:14 horas
 
            -“señores, tengo información relevante”, dijo Henry D’Aviano a sus compañeros de la cofradía reunidos en uno de los salones del edificio de Naciones Unidas en Nueva York.
            -“cuéntanos Henry”, le indicó a proseguir el secretario Rumsfeld.
             -“gracias a la advertencia de Melanie, puse un micrófono en la sala de reuniones de la agencia de seguridad internacional para poder escuchar los planes que tiene Folch para desbaratar la misión de Facción 13; no debímos haber confiado en mi hija, yo se los advertí antes pero no quisieron escucharme; gracias a las cintas grabadas, oímos que Emily obtuvo de Elisa información exacta de donde se encuentra el ‘ojo’ y le pidió expresamente a mi nieta contarle a su padre para que la agencia llegue antes y destruya el dispositivo, ya que es un peligro mundial”, explicó flemáticamente el anciano Henry D’Aviano.
             -“eso quiere decir que Facción 13 ya sabe donde está el ‘ojo’”, preguntó Chris Sutherland, representante del gobierno británico.
            -“sí, así es, pero no es ese el punto”, reclamó D’Aviano.
            -“¿cuál es el problema entonces?”, preguntó Kofi Annán.
            -“el problema es que de F13 solo lo sabe Elisa y se lo dijo a Folch para que llegara antes a buscarlo, Melanie nos advirtió de no confiar en Elisa, pero lo hicimos, ahora Melanie está intentando sacarle información al respecto, pero si no hacemos algo para detener a Folch estaremos perdidos con el ‘ojo’”, explicó la problemática el ex director de una rama de la CIA.
             -“¿qué se propone para detener a Folch?, ya probamos con cambiarle director a la agencia y no funcionó, además no tenemos más excusas para hacerlo”, dijo el secretario Rumsfeld.
            -“secuestrarlos”, propuso la secretaria Rice.
            -“¿a qué te refieres?”, preguntó el secretario general de la ONU.
            -“contratar a terroristas que entren al edificio de la agencia y que secuestren a los agentes de la ASI, con la excusa de abrir la bóveda del edificio para sacar… para sacar… el cáliz de Cristo, pueden ser terroristas judíos que desean esa copa”, explicó la secretaria Rice.
             -“pero el cáliz no lo tienen, recuerda que desapareció”, explicó D’Aviano.          
            -“sí, pero los terroristas que contratemos no tienen porqué saber eso”, explicó la secretaria de estado.
            -“está bien, que la NSA se encargue de la operación”, dijo el secretario Rumsfeld, dando por terminada la reunión de la cofradía.
 
Agencia de Seguridad Nacional (NSA)
Washington DC, Estados Unidos
01 de diciembre de 2005
20:41 horas
 
            -“está bien señor, me encargaré”, respondió Mathew Reynolds, director de la NSA, cuando colgaba el teléfono del llamado que le hiciese el secretario de defensa, Rumsfeld para solicitarle la misión acordada por la cofradía.
           
            De inmediato Reynolds convocó a seis de sus mejores agentes de la agencia de seguridad nacional a su sala de conferencias.
             -“necesito que acaten sin preguntar nada, la operación será etiquetada como ‘entrenamiento’, deben ingresar a un edificio, secuestrar agentes de seguridad internacional, no son civiles normales, están entrenados para todo, deben mantenerlos secuestrados, con el afán de abrir la bóveda y sacar de allí el santo grial, el cáliz de Cristo”, explicó Reynolds a sus hombres.
             -“el cáliz de Cristo ¿existe?”, preguntó uno de los hombres.
            -“sí, se encuentra oculto en la bóveda de la agencia de seguridad internacional de Nueva York, pero la misión principal no es recuperar el cáliz, sino mantenerlos secuestrados”, volvió a explicar Reynolds.
            -“¿sin heridos?”, preguntó otro de los agentes de la NSA.
            -“da lo mismo, no se ha restringuido la misión”, explicó Reynolds nuevamente, antes de preguntarles si había entendido todo.
            -“sí señor”, gritaron al unísono los seis agentes de la NSA que se encargarán de detener a Folch y su equipo.
 
Cuartel General de Facción 13
Yereván, Armenia
01 de Diciembre de 2005
20:59 horas
 
            -“porfavor Elisa, sé muy bien que conoces la ubicación del ‘ojo’, ¿porque te empeñas en negarlo y en detener nuestra meta?”, preguntó Melanie rogando a su líder que vayan en busca del arma.
            -“te lo diré, siempre y cuando me digas quien nos ha contratado”, atacó por primera vez Elisa, quien nunca había cuestionado ni la forma ni el fondo de la organización F13.
            -“es un grupo de países de naciones unidas que desean destruir el ‘ojo’”, explicó Melanie, intentando mentirle.
            -“no me creas tonta, sé muy bien que en ningún caso es para destruirlo, Rusia también lo quiere”, volvió a atacar Elisa D’Aviano.
            -“bueno, prefieres que lo obtenga Rusia, ya están a punto de encontrarlo y nosotros aquí estancados”, respondió Melanie.
             Tras pensarlo un breve momento, Elisa recapacitó y entregó a Melanie un papel con las coordenadas del lugar, quien de inmediato llamó a sus hombres para preparar el viaje a Siberia oriental. Lo único que Elisa rogaba era que su esposo hubiese encontrado el lugar con antelación, pero no sabe que en realidad aún no salen rumbo a la estepa rusa por algunos problemas que tienen con el ingreso al país.
 
Cuartel General de la ASI
Agencia de Seguridad Internacional, Nueva York
01 de Diciembre de 2005
22:49 horas
 
            Reunidos en el salón estaban casi todos los agentes de la ASI, Ulrich Folch, Constanza Beccaria, Jack Barrow, Marcus Jenkinson y Jennifer García, faltaba solo la hija de Folch, Emily, quien se encontraba en camino.
             Se disponían a conocer los detalles de la operación que llevarían a cabo en las próximas horas en siberia oriental, siguiendo las indicaciones que Elisa le dio a su hija en su encuentro en Argentina. Folch comenzaba a impacientarse por la tardanza de Emily, cuando la agente García le avisa de información relevante. Dispuso en el proyector de la sala de conferencias las imágenes satelitales obtenidas hace pocos minutos, observando la base central de Facción 13, donde se puede apreciar un movimiento de personal, camiones con muchas personas y algunas armas abordo salían ordenadamente del lugar dejandolo casi desmantelado, ni un alma se quedaría en la guarida de F13, lo que daba a entender que ellos ya partían rumbo a Rusia en busca del ‘ojo’.
            -“ya se está haciendo tarde, debemos empezar, le explicaré a Emily los detalles en el camino”, dijo Ulrich Folch cuando en ese momento escucha una fuerte explosión en el ascensor, el cual dejó salir a seis hombres bien armadas que apuntaron a cada uno de los agentes que se encontraban en el lugar.
             Luego uno de ellos trabó el ascensor para que no pudiera devolverse al piso 1 del edificio y fue corriendo luego hasta la oficina de Folch, ya que Ulrich corrió hacia ella cuando oyó la explosión. Estaba de pie sobre su escritorio ingresando una clave en un panel de control para desactivar el mecanismo de autodestrucción si se abría la bóveda, la que supuestamente contenía armamentos y otros objetos míticos como el cáliz de Cristo. No había alcanzado a desactivarlo cuando la cacha de la metralleta del hombre que le fue a buscar le golpeó la cabeza y terminó arrastando hacia la sala de conferencias, donde se encontraban los demas agentes, ya atados a unas sillas con ciertas esposas plásticas de muy difícil escape.
 
            Emily venía recien bajando de su jeep, en el estacionamiento del edificio cuando ocurría todo eso en el piso 7, donde se econtraban las dependencias de la agencia de seguridad internacional.
             Oyó todo muy silencioso, llamó al ascensor pero este estaba pegado en el piso 7 y no bajaba, en ese momento Emily comenzó a preocuparse. Sacó su arma y comenzó a subir por las escaleras, muy aprisa por los primeros pisos, más despacio y sigilosa cuando se acercaba a las oficinas de la agencia.
             Sin embargo no alcanzó a llegar, se detuvo al oir algunas voces en la puerta que daba al piso. Uno de los soladados que estaban irrumpiendo en la agencia hablaba con otro respecto que eran seis los agentes a detener según Reynolds, no entendía porque solo había cinco. Emily oyó eso y se dio cuenta que quienes hayan tomado el edificio no eran simples terroristas, tenían órdenes, y solo agencias de inteligencia o ejército funcionaba de esa forma.
             Había pensando en pedir ayuda al FBI o a la CIA, pero no sabía si eran confiables, incluso puede ser alguna de esas agencias las que hayan enviado a este grupo de soldados a tomar la agencia. No sabía que hacer, no podía continuar entrando por allí, así que bajo y entró al piso 6. Eran las oficinas de contabilidad de la agencia, las que estaban vacías ya que no era horario de trabajo para ellos. Encendió algunas luces para poder encontrar una silla y sentarse a pensar que hacer, estaba sola y debía rescatar a su equipo.
             Al interior, una vez atados todos, dos de los asaltantes se dirigeron a la bóveda que se encontraba a un costado de la oficina de Folch. Abrieron una gran puerta que se encontraba tapando la pared de control e insertaron una tarjeta maestra con cables que conectaban al tablero con una computadora portatil, con la cual encontrarían la clave para abrir la bóveda.
            En la sala de conferencias, Marcus se acercó lo que más pudo a Ulrich para hablar con él.
            -“¿crees que Emily ya haya llegado?”, preguntó Marcus.
            -“estoy seguro que ya sabe lo que ocurre”, respondió Folch.
            -“¿crees que tenga alguna posibilidad de sacarnos de aquí?”, preguntó nuevamente el agente Jenkinson.
            -“lo que me preocupa es que si logra ingresar no nos salve, sino que desactive el mecanismo de autodestrucción, de lo contrario, cuando abran la bóveda, el edificio entero volará”, le dijo Ulrich intentando hablar bajo ya que uno de los asaltantes estaba paseándose muy cerca de ellos.
            -“pero no crees que alguien debería decirle eso primero”, dijo Marcus.
            -“eso es lo que no quería pensar, ella no tiene idea que existe ese mecanismo, mucho menos donde están los detonadores”, dijo Ulrich.
            -“¿cómo se lo hacemos saber?”, dijo Marcus.
            -“no lo sé”, dijo Ulrich antes de quedarse callado ante el golpe que le dio uno de los hombres que le advirtió silencio.
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Horas Más Tarde
 
            Emily había sacado de su vehículo algunos elementos de espionaje, comenzó a hacer un agujero en el piso que divide el nivel 6 del 7 del edificio, con un taladro manual. Al terminarlo, cuidadosamente introdujo por él una cámara diminuta con un cable para poder ver que ocurría adentro. Fue entonces que se dio cuenta la magnitud del asunto, ya que todos sus compañeros estaban dentro y ella se encontraba sola, sin apoyo para rescatarlos. Apuntó hacia su padre, a quien vio sangrar por la boca y nariz por el golpe propinado por uno de los asaltantes. Marcus alcanzó a divisar la punta de la cámara y le avisó a Ulrich, quien observó de inmediato el suelo, le hizo una mueca a su hija para que supiera que ya sabía que estaba observandole y luego que pusiera un micrófono para oirles. Emily entendió el mensaje de inmediato, sacó la cámara del agujero que hizo y bajó de la mesa en la que estaba apoyada para sacar un micrófono del bolso de herramientas que traía.
            Una vez puesto el micrófono, Ulrich dijo en árabe: “أعجزتشحنالمتفجرةأي” (desactiva las cargas explosivas están…)”, pero no alcanzó a concluir cuando es interrumpido por uno de los asaltantes, quien había sido agente de la CIA.
            -“agente Folch, porfavor, no crea que somos ignorantes, entiendo el árabe, ¿a quién estaba intentando advertirle señor Folch? y ¿qué cargas explosivas desea desactivar, tiene algo que decirnos?”, dijo el hombre que comandaba aquel grupo que estaba asaltando el edificio de la agencia.
            -“ kochi paipu kaiki, oriru made purattohomu chikatetsu, iru mittsu mon wakareru yu ashira, kaku nai to nai ryo kaji yyon, hazu bunkai suru bure akeru yo takarabako (…por el ducto de la ventilación, baja hasta la plataforma menos uno, hay tres compuertas separadas entre sí en los pilares, cada una con una carga explosiva de c4, debes desactivarla antes de que abran la bóveda)”, dijo el agente Folch, antes de proseguir irónicamente: “pero supongo que japonés no sabes hablar”, justo después recibió un disparo en la pierna derecha, de parte de este agente de la NSA que enfurecido por haber quedado en rídiculo disparó contra Folch, olvidando interrogarlo sobre lo que había dicho y a quien.
            De inmediato Emily subió al ducto de la ventilación y bajó hasta el primer piso subterráneo, la base del edificio, el cual estaba oscuro, sin luces por ningún lado. Emily ayudada por una linterna, logró encontrar uno de los pilares, que contenía una compuerta de acero afirmada en sus cuatro puntas por grandes pernos que no serían fáciles de sacar.
            La joven Emily tomó sus destornilladores y mazos y comenzó a hacer su mejor esfuerzo para sacar aquella compuerta de acero que la separaba de la primera de sus tres misiones. Los terroristas del piso 7 estaban buscando algo en la bóveda. Emily cada vez que sacaba uno de los grandes tornillos de la compuerta no dejaba de pensar en que pasaría su lograban hacerse con el cáliz de Cristo. En esos momentos su corazón palpitaba más rápido, incluso su mente se había olvidado de que pasaría si F13 se hacía con el control del ‘ojo’, le preocupaba aún más el cáliz, aquel grial que la llevó al pasado, aquel objeto místico que la hizo transportarse y que ya conocía sus funciones. ¿Sería más peligroso el grial en manos terroristas o ese ‘ojo’?, para Emily al parecer el ojo había pasado a segundo plano, ella tenía una conexión especial hacia ese cáliz. Aunque sabía que había desaparecido en su última incursión por el tiempo, su corazón latía más aprisa ante la posibilidad que en realidad aun se encuentre en aquella bóveda y sea capturado por aquellos asaltantes.
            De pronto, logró sacar una de las compuertas y vio las cargas de c4 en el pilar que sostenía buena parte del peso del edificio. Sacó sus pinzas y sus implementos para desactivar bombas, tomó el cable rojo y lo cortó, luego retiró la carga de c4 sin problemas del detonador que ya estaba desactivado. Puso la carga explosiva en un bolso que luego roció con agua, la única forma de dejarlo inservible. De inmediato corrió hacia el otro pilar, estaban bastante separados, debía correr por pasillos estrechos.
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En el Piso 7
 
            El líder de los asaltantes, a quien todos llamaban “entrenador”, estaba sentado en el despacho de Folch, encerrado y solo, quería pensar, “había cargas explosivas”… “hay que desactivarlas”… esas frases inundaban su mente. Estaba acostumbrado a las prácticas de la NSA, pero secuestrar agentes de inteligencia es una cosa, pero poner en riesgo sus vidas y las propias es muy diferente. No entendía cual era la finalidad de retenerlos ahí, si el jefe de la NSA quería el cáliz bastaba con pedirlo; estas agencias son dependientes del mismo ministerio.
            Algo extraño circulaba en su mente, pero no quería darle más vueltas al asunto, el director de la NSA había dicho que los agentes que se encuentran en estas oficinas son un peligro para Estados Unidos, hay que tratarlos como traidores, porque funcionan bajo las órdenes de Naciones Unidas y no del gobierno norteamericano. Con esas palabras calmaba su mente, que aun seguía instigandole acerca de aquellas palabras que alcanzó a decir Folch en árabe, que logró traducir.
            Salió del despacho y se dirigió a la bóveda, sus agentes estaban intentando llegar primero a los cables que daban a la pantalla donde se incrustaba la contraseña. Uno de sus hombres que custodiaba a los secuestrados se le acercó y le dijo que muchos de los rehenes tenían hambre, han pasado varias horas allí dentro, nadie los rescataría; aunque en realidad estaba dándole a entender sus propias necesidades, ya estaban cansados y hambrientos, no previeron que la operación “entrenamiento” demoraría mucho. El “entrenador” decidió pedir unas pizzas, las que dejarían en el piso 1 y uno de sus hombres bajaría a buscarlas, no podían llamar más la atención al resto de los edificios colindantes. Por suerte habían ya tomado el edificio entero y todos sus trabajadores estaban de rehenes, aunque en realidad solo faltaba Emily, que se encontraba en el piso subterráneo buscando las cargas explosivas.
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Desembarco en Logashkino
Mar de Siberia Oriental
 
            -“señora, tiene una llamada desde Washington”, dijo uno de los hombres de Facción 13 a Melanie, que se encontraba a punto de bajar del barco que trasladó a ella y sus hombres hasta el mar de Siberia Oriental.
            -“¿Cuánto falta para Andriushka?”, consultó tomando el teléfono satelital que le entragaba su soldado.
            -“siete horas por tierra señora”, respondió aquel hombre reiniciando sus labores de desembarco de las pertenencias de F13.
            -“aló, a 7 horas del lugar”, dijo Melanie esperando que la llamaran de la cofradía para saber como iban.
            -“perfecto”, respondió Rumsfeld y prosiguió: “el agente Folch está momentáneamente estancado en Nueva York, al parecer secuestrado por unos terroristas en su propio edificio, creemos que no interrumpirá”, dijo con una leve risa que se logró oir del otro lado del teléfono, en Rusia.
            -“perfecto, en siete horas tendrá noticias mías”, dijo Melanie antes de cortar la llamada de la cofradía.
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